sábado, 15 de junio de 2013

Venus victa, Leopoldo Lugones


Pidiéndome la muerte, tus collares

desprendiste con trágica alegría
y en su pompa fluvial la pedrería
se ensangrentó de púrpuras solares.


Sobre tus bizantinos alamares

gusté infinitamente tu agonía,
a la hora en que el crepúsculo surgía
como un vago jardín tras de los mares.


Cincelada por mi estro, fuiste bloque

sepulcral, en tu lecho de difunta;
y cuando por tu seno entró el estoque


con argucia feroz su hilo de hielo,

brotó un clavel bajo su fina punta
en tu negro jubón de terciopelo.

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