Allá en el fondo está la muerte, pero no tenga miedo.
Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda,
remóntela suavemente.
Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus
hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de
sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una
mujer, el perfume del pan.
¿Qué más quiere, qué más quiere? Átelo pronto a su
muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo anhelante. El miedo herrumbra las
áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas
del reloj, gangrenando la fría sangre de sus pequeños rubíes. Y allá en el
fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario