Hay que ingerir distancia, lanudos nubarrones, secas parvas de siesta, arena sin historia, llanura, vizcacheras, caminos con tropillas de nubes, de ladridos, de briosa polvareda. Hay que rumiar la yerba que sazonan las vacas con su orín, y sus colas; la tierra que se escapa bajo los alambrados, con su olor a chinita, a zorrino, a fogata, con sus huesos de fósil, de potro, de tapera, y sus largos mugidos y sus guampas, al aire, de molino, de toro... Hay que agarrar la tierra, calentita o helada, y comerla ¡comerla! |
El cine y la literatura van de la mano en este viaje llamado vida. Se nutren, se acompañan, se retan y estimulan son arte, forma de resistir a una contemporaneidad compulsiva y vacía.
sábado, 20 de abril de 2013
Dietetica, Oliverio Girondo.
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