Almas inaccesibles como rìspidas cumbres que guardan en su seno aluviones de oro;
almas que nunca externan sus hondas pesadumbres
ni dejan ver las vetas de su enorme tesoro.
Almas tristes y frías, como cimas de hielo
donde jamas brotaron las plantas ni las flores;
tristes almas de páramo, sumidas bajo el velo
de sus grandes angustias, y profundos dolores.
Alamas fuertes y altivas, como arboles sombríos
que han resistido el viento de recias tempestades;
almas que van regando, como los grandes ríos
jardines y desiertos, montañas y ciudades.
Almas grandes y turbias, como una gris ribera,
que han sufrido el suplico de la melancolía;
tristes almas que nunca tuvieron primavera
os amo, y os saludo, ¡hermanas de la mía!
J.M. Vargas Vila
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